Reabre ‘El Molino’ [BCN]

Después de 17 años, reabre El Molino, el mítico café-teatro de la ciudad condal. A la austera fachada original y su molino emblemático, se le ha añadido en un plano estratégicamente retranqueado, un volumen ondulante y lumínico que permite ampliar significativamente el volumen de la sala de espectáculos, dar vistas a la ciudad, generar una terraza in-between, así como convertir el edificio en punto de mira de los noctámbulos del Paralelo.
Mediante una estructura de jácenas de hormigón y tirantes, se han conseguido unas plantas diáfanas, donde el protagonista más visible de todo el proyecto es sin duda la “lengua” roja que se desarrolla en toda la sección del interior de la sala. La fachada interior de El Molino (como en la mayoría de los espacios escénicos) es la boca de escenario que se prolonga 27 metros en altura hasta contactar con la fachada exterior. En la sala, atrapada entre estas dos fachadas onduladas, se optó por crear un espacio oscuro con elementos puntuales como los laterales retroiluminados que posibilitan el control del cromatismo y la intensidad lumínica para el uso del espacio. De esta manera, se subordina la decoración al servicio del espectáculo, tanto en el propio escenario como en su entorno.

El proyecto lo firman BOPBAA (Bohigas, Pla, Baquero) para la arquitectura, en estrecha colaboración con Salas Studio para el interiorismo.

‘Un proyecto pequeño pero matón’
por Josep Bohigas
Normalmente, los proyectos arquitectónicos se desarrollan a partir de un programa de necesidades cerrado y de un plan ajustado en un proceso inductivo, donde el cliente tiene una visión finalista y difícilmente los equipos que la desarrollan pueden transformarla. En este caso, nunca fue así.
El encargo de El Molino se ha trabajado simultáneamente desde muchos vectores, cruzándolos, expandiéndolos, investigando sus diferentes escalas, construyendo una auténtica plataforma de posibilidades donde el proyecto cultural, empresarial, arquitectónico, social, artístico, emocional, etc… se ha ido desarrollando y retroalimentando en Paralelo (nunca mejor dicho!). Sin trabas y con mucha generosidad, con el compromiso de quien gestiona la enorme complejidad de un proyecto que aunque pequeño en tamaño, es enorme en significados.
El Molino es un proyecto definitivamente inacabado, esto es, abierto a las muchas interpretaciones que transitan desde la nostalgia de lo que fue, la apuesta de futuro, abriendo puertas a nuevas alternativas, que en muchos sentidos, desborda el limitado espacio del café-concierto. Para todos los que estamos involucrados, El Molino es mucho más que eso, y lo demuestra el enorme compromiso que tiene ante la transformación futura del Paralelo, y porque no, ante un nuevo modelo de ciudad (la fundación FEM, lo demuestra).
El teatro que se ha inaugurado es un primer paso de nada menos que trece años de emociones compartidas. Los arquitectos y técnicos de la obra iremos desapareciendo de la escena y aparecerán los artistas que le darán vida, y tras ellos otros y otros… Nuestro trabajo esperamos que se lea en esta clave de suma y sigue, que inició hace más de cien años el arquitecto Raspall, construyendo un pequeño teatro modernista. Luego le pusieron un molino, luego lo transformaron, después lo destruyeron y nosotros hemos tenido la suerte de reinterpretarlo con la esperanza de que quien lo vea reconozca el maravilloso collage de telones de diferentes épocas y de diferentes necesidades que el proyecto representa.